En ocasión de todos los finales




Yo nunca resistí las despedidas
con su mezcla de muerte y precipicio
con el aroma amargo de la finitud
       empalagando el ánimo
con esa luz de hielo matutino
que penetra debajo de los párpados.

Yo nunca resistí las despedidas
pero no sé por qué.
Me lo pregunto porque no ha supuesto
una sorpresa súbita casi ninguna de ellas.
He solido saber
con esa exactitud de los relojes
el lugar, el momento
la documentación y el escenario
        en que sobrevinieron.

No hay engaño. El jueves diecinueve
era un jueves sin ti. Estaba escrito
mucho antes que las lágrimas
anunciasen el fin
y todo fin es único.

Las despedidas son como el otoño
inevitables pérdidas
vienen puntuales con aviso previo.
Nadie puede acusar de su tristeza
a la pequeña hoja tiritando dormida
en medio del camino.

De repente esa hoja me recuerda
los hoteles pintados de naranja.
Son dos cosas que llegan de otra época
igual que llega la bruma de noviembre.
Traen una carga de nostalgia limpia
sin traición ni sorpresa.
Y sin embargo el alma
no logra acostumbrarse en una vida.

Yo nunca resistí  las despedidas
porque en cada una de ellas se marchita la voz
de todas las personas que yo he sido
         y ya no puedo ser.

RAQUEL LANSEROS

Comentarios

  1. Talves las despedidas son solo el laberinto del pasado que intenta huir en la melanciolía de lo que se deja atras y no se quiere perder.

    Saludos

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  2. Algunos pasados son lugares de los que huir aunque nos duela no quedarnos...
    Un abrazo,
    Noemí

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  3. Muy buenos versos. El mejor poema que conozco sobre la despedida es uno de Pedro Salinas. Estos versos son a la vez clásicos, de linea clara y originalísimos.

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