Dejar pasar de largo la tristeza

Guardaré este poema en el cajón
hasta que haya pasado el desconsuelo.

Acabará por irse si lo ignoro,
si le hago creer
que no me importa su presencia.

También debo quizá echar a andar
en sentido contrario al de la angustia.

Resultaré seguro algo cobarde,
pero no tengo fuerzas hoy
para enfrentarme a la nostalgia,
ni siquiera al dolor que me provoca
verme en el espejo.

Prefiero no saber ni cómo estoy,
si voy sin afeitar o con ojeras,
no quiero indagar más en el dolor.

Opto por caminar como dormido
y de puntillas por las cosas,
sonámbulo de todas las cornisas,
ignorante del rumbo de mis pasos.

Es preferiblemente eso
a sentir que no existe el movimiento,
o que niego a mis piernas el derecho a avanzar,
por el miedo a sufrir más de la cuenta.

No es que no me guste la tristeza,
en alguna ocasión hasta he dormido
con ella, y no nos fue del todo mal.
Soñamos melodías, paisajes amarillos...

Pero cuando amanece no la quiero a mi lado,
busca siempre impedirme que abandone la cama,
me esconde las sandalias
y me elige la ropa más oscura.
Y hoy tengo decidio pasear,
exponerme a la lluvia y a ese viento
que desde ayer arrasa la ciudad.

Hoy tengo decidido ser un hombre
sin miedo a la aflicción.

PEPE VIYUELA

Comentarios