Te nombro

Escribo un verso para ti
y se queda pegado al paladar
como una oblea.
Queda dormido ahí toda la tarde,
deshaciéndose poco a poco,
disolviéndose lento en la saliva,
esperando el momento
de acercar los labios a tu oído.

Por fin te veo, estás ahí,
al otro lado de la vida,
en el espacio inalcanzable
del fondo de un pasillo
que se ha bebido tu presencia.

Utilizo tu nombre como ensalmo,
lo repito despacio, mentalmente.

Sólo vuelve un silencio
metálico de ausencia
y a mi boca un sabor a despedida.

PEPE VIYUELA

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