Hay tantas cosas que existen
pero que no las vemos.
Y sin embargo laten
viven de una manera tan definitiva
tan grave y decisoria que
sin ellas no seríamos nada.
Este es el caso del aliento.
Somos porque alentamos
porque al mirarnos al espejo
nos delata el aliento
no el rostro
y ni siquiera la sonrisa o las lágrimas.
Tan sólo nuestro aliento
esa cosa intangible y discontinua
esa sombra templada
en el espejo
ese pequeño vaho entrecortado.
Eso somos.
pero también como en las viejas fábulas
somos esa respiración que compartimos
esa mínima bocanada de oxígeno contaminado
que descargamos sobre quien se apaga despacio.
Somos el imposible sueño
de alentar la concordia
de sostener el peso desmedido
de la fraternidad de los contrarios
el aliento jadeante de la imposible libertad humana.
No somos más que eso: aliento
aliento acelerado
en busca de un destino que convierta el vivir
en algo honroso.
FRANCISCA AGUIRRE
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