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Sin un rumbo previsto,
con el coche a 120 por
la autopista,
y tú, a mi lado,
sonriendo,
hablándome sobre Julio Cortázar,
sobre su locura, la Maga,
y tu vida.

En tu cara de sueño,
en tus ojos,
aún nublados,
observo el ir y venir
de nuestra noche,
ese abrazo y
tu despertar.

-Estás muy callado,
-dices, y pienso:
no quiero llegar
a nuestro destino,
no quiero
que se agote
el diesel.

Sólo quiero
que
nunca
acabe...


Nuestro viaje.

ANTONIO HUERTA

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