Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de
pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en
turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te
quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En
una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han
pornunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a
calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque
las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen
nada.
Hay que quemar también ese otro leguaje lateral y subersivo del
que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: “qué calor
hace”, “dame agua”, “¿sabes manejar?”, “se hizo de noche”... Entre las
gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho “ya es tarde”, y
tú sabías que decía “te quiero”).
Una semana más para reunir todo el
amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras:
guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo
quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a
estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.
JAIME SABINES
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