He decidido dejar de tratar las noches como una excusa,
porque sé quién eres y sé que haces el amor
como los gigantes,
como un golpe de mar, tan grave,
bajo la tormenta que precede a la guerra.
He decidido quedarme inmóvil en este impreciso lugar
porque es sin duda la mejor forma de buscarte
si sé que haces el amor
como quien deshace las maletas,
entre las cuatro y las cinco,
cuando parten tus aviones de los ve(r)sos equivocados.
He decidido llegar a París al modo en el que llegas a mi casa,
en septiembre, dibujando un vuelo extraño,
entre las siete y las ocho,
cuando el café es una despedida y alguien
me aconseja que te olvide.
Y he decidido también dejar de contar las veces
que me llamaste por su nombre,
los sobres vacíos, la luna tan llena
de caballos,
los kilómetros,
porque ojalá alguien viese como yo
de qué manera se encoge el mundo
cada vez que te encoges de hombros.
DIEGO ÁLVAREZ
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