La playa que envejece






¿Cómo amar lo que se balancea
y está más tiempo en la otra parte del vaivén?

Allí,
donde no te llegan las manos...

Eres inquieta
como una cuerda deshilachada al viento,
grulla nacida de una papiroflexia amable,
te mueves sin parar en el sillón
y pareces muchas
y todas me gustan
hasta las que escondes.

Preguntas por mi horóscopo
abandonas tus manos lejos de las mías
como náufragos 
desconfías,
huyes,
retrocediendo armada de una prudencia innecesaria,
te alejas con todos los verbos,
me dejas en un columpio absurdo,
de los que uno empuja con los pies cuando no hay amigos,
perdido,
mutilado en el abandono,
como los objetos que devuelve el mar
que nunca ha querido.

Dijiste "no"
antes de saber mi pregunta,
antes de que la pregunta existiese,
antes que el aire de mi boca pareciese una pregunta...

Eludiste como gota última
siendo la primera...

Sin la paciencia de las nueve
para ver las cosas que tiene una vida pequeña
pensaste amarga
la mermelada de nuestos días.
Te nació una pereza enferma entre los dedos
y mirabas hacia atrás
o yo creía que lo hacías
comprobando que me habías 
dejado atado a todos los árboles en un mapa sin apellidos
espantapájaros en una llanura de lava
como uno sin fuego al que deberse
la máscara en el baúl sin mueca de alegría.

Y mirabas,
comprobando que no te olvidabas nada importante,
mirabas hacia atrás
como los aviadores dejan caer la vista
hacia paisajes muertos,
olvidados,
de los que nunca piensan aterrizar.

Existe una playa que envejece
porque le prometí tu primavera
y la pulpa de tus muslos.
Ahora rondas por las afueras de mi vida
y yo cargo con la culpa
de no saberte...

Ha sido una mezcla de flechazo al corazón 
y tiro en la nuca.
Te sueño más que te convoco,
te adivino más que te disfruto,
no me queda ni el refugio escondido
detrás tus párpados sin fe.

La verdad es que, si lo pienso, quererte
no es algo que tenga que ver mucho contigo...    

RUBÉN TEJERINA

(Transcripción: Noemí Vico)
 

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