M.



Hola, soy tu miedo.
Mírame con la precisión aparente de un salto al vacío.
Vas a odiarme tanto
que el día que desaparezca desearás que vuelva;
rezarás cada noche a un Dios nuevo
para que aleje mi respiración de tu sombra;
puedes sentirla,
ahora mismo te estoy respirando.
Soy tu miedo;
he venido para quedarme hasta que te rindas.
En ese momento, desapareceré
y le daré paso a la pesadilla
para que te meza en nanas
de lo que podía haber sido.
Y si ahora no me necesitas,
no te preocupes;
te estaré observando en la incertidumbre,
te estaré esperando en el futuro.
Porque, no lo dudes,
siempre estoy presente.
Y eso, te hará más fuerte.
No me des las gracias;
busco todo de ti menos eso.
Sólo quería presentarme
para cuando me tengas delante,
sepas quién soy.
Tu miedo.
Tú.

JOSÉ NEBREDA

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